Saltar al contenido


Recientemente leía una entrevista con el director de IA del CESIC, D. Ramón López Mántaras, en el que le preguntaban si estábamos más cerca de Westwolrd o de Black Mirror, y él, sin dudarlo contestaba que claramente estábamos lejos, muy lejos de de Westworld, pero mucho más cerca de lo que pensamos de Black Mirror. La referencia me hizo recodar algunas reflexiones que había realizado anteriormente, cuando la primera temporada de Black Mirror se estrenó y ver ahora las cosas con perspectiva. No voy a negar la afirmación anterior, es innegable, pero sí me gustaría darle un contexto adicional y una serie de reflexiones sobre tiempo, tecnología y predictibilidad.

Que el ser humano ha tenido el sueño de poder crear un ser a su imagen y semejanza y dotarle de inteligencia es tan antiguo como el propio hombre. Desde el Poema de Gilgamesh (2100 a.d.e) con Enkidu, un ser creado del barro y el agua, como el Golem, pero al que se le dota de conocimiento, el gigante autómata de bronce, Thalos que defendía la isla de Creta, todos han sido siempre parte del imaginario del hombre y sin duda alguna la inteligencia artificial es un ejemplo más de este reto que todos nos hemos planteado.
 


En Westworld (desde aquí hay spoilers) se dan pasos de gigante al respecto, se replican de una forma perfecta hombres, animales y escenarios para el divertimento de millonarios que pueden desatar sus más bajas pasiones o simplemente experimentar una vida de aventuras aunque eso sí, controlada, es decir cumpliendo las tres reglas de Oro de la robótica que Issac Asimov definió en 1942. Pero claro, ya sabemos que las reglas están para romperse ya sea por error, descuido o malicia, y alguien introduce una variación y esas mentes artificiales empiezan a actuar de forma autónoma, siguiendo sus propias reglas buscando sus propios intereses, bajo sus propias decisiones, que desde luego no son los de los seres humanos.

López de Mántaras menciona como grandes retos, complejidades como el principio del “olvido catastrófico”, es decir si enseñamos a un robot a realizar una tarea cuando le iniciamos en el aprendizaje de la segunda, olvidará todo lo anterior, pero esto parece haber sido superado por Deep Mind de Alphabet, mediante el uso de la consolidación sináptica o conversión de las memorias a corto plazo en memorias a largo plazo. Pero además existen otros retos adicionales, en complejidad e infraestructura. Pensemos en la red de comunicaciones requerida, en la capacidad computacional necesaria para el funcionamiento de estos, en el consumo energético requerido. Y por si fuera poco pensemos en lo que sabemos del cerebro humano, 85 mil millones de células nerviosas con unos 150 trillones de conexiones, todo bajo un modelo de conexión no eléctrico y bajo una extraordinaria conexión con el resto del cuerpo que le permite ser usado como una complejísima red de sensores.

Sin embargo, en Black Mirror las historias nos parecen más próximas a un futuro cercano, aunque también inquietante. Pero pensemos, por ejemplo,  en el primer episodio de la tercera temporada, Nosedive emitido en octubre 2016, en el que la gente usando implantes oculares o dispositivos móviles valora lo que los demás hacen mediante un sistema de puntuaciones, con un máximo en las cinco estrellas, y esta valoración marca la vida de las personas. Personalmente cuando lo vi, aunque no me pareciese tan lejano como ahora Westworld, pensé que no sería algo que pasaría mañana. El problema es que justo 2 años después, en marzo del 2018 leemos la noticia de que el Gobierno chino tiene previsto poner un sistema de puntuación o valoración de sus ciudadanos que será efectivo para el 2020. Este sistema que basado en su “Índice Social” definirá el acceso de las personas a servicios, prohibición de coger un tren o un avión, limitación de acceso y ancho de banda a internet, acceso a las mejores escuelas a las familias, trabajos, hoteles o incluso tener mascotas.


La verdad es que la aproximación de algunas naciones al uso de Big Data es interesante de analizar, pero esto será materia de un blog muy próximo. Mientras tanto la realidad es que la tecnología nos da la opción de resolver problemas cada día más complejos, permite facilitar la vida, curar enfermedades, el acceso a mejores sistemas sanitarios. Pero también somos nosotros mismos los que podemos utilizarla de forma inadecuada, porque la tecnología no es peligrosa, son aquellos irresponsables que la utilizan para sus propios intereses los que convierten Black Mirror en una realidad o Westworld en una posibilidad. Nosotros seguimos desarrollando soluciones en el campo de la inteligencia artificial para conseguir un mundo mejor para nuestros clientes y para nosotros mismos.

Luis Barreiro
Luis Barreiro

Head of Strategy en Babel.

logo linkedin compartir en Linkedin Contacto

Otros artículos destacados