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La pandemia de coronavirus está afectando a nuestra sociedad de formas que hasta hace poco tan solo creíamos posibles en las películas de ciencia ficción: hospitales desbordados, ciudades vacías, fronteras cerradas, empresas teletrabajando de forma masiva, sectores económicos paralizados hasta que se encuentre una vacuna… Sin duda esta crisis marcará un antes y un después en nuestra forma de entender el trabajo y la vida.

Si bien lo prioritario ante una emergencia como la actual es responder disponiendo contramedidas de manera urgente, una vez pasadas las primeras semanas es momento de empezar a plantearnos cómo gestionar el nuevo contexto al que nos vamos a enfrentar, y la metodología Agile nos ofrece muchas de las claves para hacerlo.

La característica fundamental de este nuevo contexto es la incertidumbre: ¿Cómo se verá afectado mi negocio? ¿Qué riesgos debo mitigar? ¿Dónde surgirán las oportunidades? ¿Cuánto tiempo pasará para todo ello? La ventaja de Agile es que se concibió precisamente para gestionar la incertidumbre. Al contrario de las metodologías clásicas de gestión que ponen el foco en tratar de predecir el futuro con la mayor precisión posible, Agile propone observar con atención las señales que llegan del contexto y maximizar nuestra capacidad de reacción de la manera más rápida, eficiente y ágil posible. Si ya sabíamos que esta capacidad de reacción permitía a las empresas que aplican Agile destacar muy por encima de sus competidores, en el nuevo escenario generado por la Covid-19 puede marcar la diferencia entre las empresas que sobrevivan y las que se queden por el camino.

Para ello la receta es la misma con la que venimos trabajando en BABEL desde hace ya años con muchos de nuestros proyectos y clientes: la aplicación sistemática de los valores culturales, principios de gestión y liderazgo Lean-Agile, que se materializan en un conjunto de prácticas tales como Sprints, Dailys, Retrospectivas, User Stories, Squads, Tribus, OKRs, Tableros Kanban, Círculos Holocráticos, Obeya Rooms, Lean Budgets, etc. Pero no nos confundamos, esos métodos y artefactos, que es lo que todos observamos a primera vista, son solo las herramientas de esa nueva forma de pensar que es Agile y es ahí, en la nueva forma de pensar, donde está el valor y no en las prácticas per sé.

He querido hacer esta aclaración porque muchos me están haciendo últimamente el mismo comentario: “pero ahora que todos tenemos que teletrabajar Agile ya no se puede aplicar, los agilistas siempre habéis dicho que los equipos Agile tienen que estar colocalizados. Enunciados como este son una vez más el resultado de confundir prácticas y principios. Una cosa es que los principios Agile afirmen que, a iguales condiciones, un equipo es más productivo si trabaja colocalizado y otra muy diferente es concluir que un equipo que teletrabaja siempre será menos productivo que uno colocalizado o que un equipo que teletrabaja no puede aplicar Agile.

La clave, como siempre digo, pasa por entender bien el principio (a iguales condiciones, un equipo es más productivo si trabaja colocalizado) y analizar cómo generar una práctica para que dicho principio juegue a nuestro favor. Si la respuesta tradicional era mantener los equipos colocalizados, la respuesta en este nuevo contexto pasa necesariamente por retar la cláusula “a iguales condiciones” dotando a los equipos que teletrabajan de herramientas más potentes (existen multitud de herramientas no solo de videoconferencia y de archivos en la nube, sino también por ejemplo de pizarras virtuales) y de un mayor compromiso e intencionalidad. A este último respecto, por ejemplo, Howard Sublett, Co-CEO de Scrum Alliance, recomienda que los equipos mantengan su cámara y su audio conectado durante toda su jornada de teletrabajo para no penalizar la comunicación tangencial que se produce de manera esporádica y no programada.

Por todo esto Agile no solo puede seguir aplicándose en modalidad de teletrabajo, sino que debe reforzarse su uso, ya que gracias a Agile dichos equipos serán mucho más productivos y en general toda la organización estará mejor capacitada para responder a la incertidumbre global generada por la pandemia. Solo pensando de manera diferente podremos afrontar con éxito los retos del futuro. 

Jorge Díaz
Jorge Díaz

Apasionado del pensamiento sistémico desde mis años más tempranos. Como ingeniero de Telecomunicación pasé unos años trabajando en desarrollo de sistemas para, al descubrir Lean y Agile, pasar a dedicarme a mi verdadera pasión: facilitar el desarrollo de organizaciones óptimas gana-gana-gana (gana el cliente, gana el empresario y gana el empleado). En 2019 publiqué mi libro Cubo del Sistema de Gestión como un recetario de muchas de las técnicas Lean-Agile que utilizo en mi día a día como coach y consultor.

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